lunes, 26 de septiembre de 2011

La generación del perreo

En el ensayo “El jaleo del  perreo de Ana Lydia Vega, la autora lleva al lector a considerar la crítica contemporánea que se hace al  controversial baile del “perreo” puertorriqueño. Es el cómo las personas salen de sus cabales al ver bailes que sacuden el cuerpo de forma incitante, y hasta olvidan sus tiempos de juventud donde también padecieron de la tentación hormonal que sufrimos todos en algún momento.
Aun más se critica la música que provoca estos movimientos como si no hubieran escuchado antes música con contenido tan explicito en la violencia, la sexualidad, los vicios, entre otros temas, como este género musical. Por esta razón, aunque no la única, adjudican muchas de las cosas que suceden en el país a los jóvenes. Relevando la responsabilidad que tenían como generación pasada.  Dicho esto y llamadas las atenciones a quienes pretenden zafarse de lo que ocurre en nuestro país, el género de reguetón a marcado la vida de los jóvenes a tal punto que define muchas de las actitudes y las formas de vida de los jóvenes. Hay que reconocer que al escuchar repetitivamente la lírica con estos temas hace que sea evidente el porqué el pensamiento de muchos jóvenes se ha degradado a tal punto que lo más que se ve en sus actos es la vida que proponen los escritores del reguetón.
                Como diría Vega en su escrito “los jóvenes —abandonados de sus propios recursos—buscan métodos alternos de comunicar sus obsesiones y obviar sus limitaciones”. No obstante, la influencia negativa del reguetón no se debe subestimar debido a cómo este género propuso una forma de vivir que está afectando  a quien escucha, enajenando toda una generación.




miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una visita inusual a la plaza pública

Pensé que no tendría mucho de qué hablar sobre una tarde en la plaza pública de Cayey. Sin embargo, no hice más que sentarme en los mojados banquitos de la plaza cuando un hombre sacudió su camisa y dejó ver a varias personas que cargaba un revólver.  Fue en la misma plaza donde estaba un niño de no más de ocho años sentado sólo en la pérgola comiendo las clásicas semillitas de girasol. Al ver lo ocurrido me incomodé y quería irme pero me detuve.
Inmediatamente consideré qué hacia el niño solo en la plaza y cómo aquel hombre mostró su arma como si enseñara una correa que está de moda. Muchas cosas pasaron por mi mente pero destacaba la insensibilidad que está arropando a nuestro país y el que ya es “normal” para personas experimentar este tipo de cosas. El niño quizás ya este acostumbrado, quizás no, pero formó parte de una escena que ya es cotidiana para muchos.
Unos minutos más tarde, le pregunté a una anciana que pasó por mi lado si se encontraba bien. Fue ahí cuando me contó su vida completa y contestó diciendo que sí “después de haber esta’o cuatro años en coma”, que muchos se sorprenden excepto algunos de sus hijos que después que la lloraron muchísimo en el hospital no aparecen “ni pa’ arreglar los cables eléctricos” que tiene "guindando" en su casa. Me contó, acto seguido que su hermano había muerto en una “guerra ‘e balas”. Repetía que quiso ser una mujer de leyes para ayudar a las personas pero su madre la sacó de la escuela a los catorce, y le dio permiso para trabajar, a fin de conseguir sustento para ella y sus hermanos —acción que recriminó varias veces. También expresó con lágrimas en sus ojos que su padre la había abandonado “desde la fecundación” y que era lo único de todo lo que ha vivido que le preguntaba a Dios por qué le había sucedido. Al mismo tiempo, fortaleció que “según Dios da la llaga, da el renuevo”.

Reafirme entonces las consideraciones pasadas y noté que lo que Puerto Rico era en el pasado, no es muy diferente a lo que es hoy. De igual forma, nuestro pasado ha marcado una rutina que testifica sobre la insensibilización que continúa repitiéndose muchas veces inconscientemente aunque muchos consideren que “los tiempos han cambiado y son bien diferentes”, como habló uno de los hombres que trabajaba en la plaza que con nostalgia recordaba su niñez cuando corría “por to’ eso”. Continuamos cargando lo que nos ha afectado como pueblo y pocos son capaces de volver a sentir angustia por lo que ven. El buscar reaccionar no ha sido opción para animarse a cambiar lo que está mal e ignoran que somos los que tenemos la responsabilidad de hacerlo porque nadie lo hará por nosotros.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pequeño gran detalle sobre la violencia en Puerto Rico

“En Puerto Rico ya no se puede vivir”, “Ay, es que la juventud de hoy día esta perdi’a” son comentarios que escuchamos y rodean nuestra cabeza constantemente. Al ver las estadísticas y noticias del país, nos damos cuenta de que algo está sucediendo y que hay conductas desviadas que están afectando drásticamente al pueblo de Puerto Rico.

Los actos criminales y delictivos al pasar del tiempo se vuelven más morbosos, cada año aumentan más y cada vez la mayoría del pueblo se interesa menos al respecto de lo que está ocurriendo. Son muchos los que pretenden zafarse de la realidad que vivimos, creyendo que son ajenos a lo que está sucediendo cuando gran parte de los frutos que vemos nacen en de la sociedad misma —aún más específicamente en el seno familiar. Ciertamente, se degrada el respeto y el valor por la humanidad e ignoran que como comunidad podemos volver a levantarnos. Se tiene una etiqueta de lo que se espera en la calle y de cómo se tratará a las personas con las que se topan desde que el puertorriqueño se levanta en la mañana. Si cada individuo considera el hacer las cosas diferentes desde que sale de su casa quizás Puerto Rico sería diferente. Sin embargo, desde temprano recibes en la carretera bocinazos, maledicencias, ademanes, entre otros eventos negativos que se enfrentan a lo largo del día.

Un buen acto traerá más buenos actos, el dar mal traerá más mal. Si deciden seguir acarreando con actitudes de desinterés adjudicando a otros lo que está pasando en vez de enfrentar lo que está ocurriendo en el país y accionar al respecto, se seguirán viendo los mismos resultados. No es tiempo de ignorar la problemática. Si queremos ver resultados diferentes tenemos que buscar opciones diferentes.