domingo, 29 de enero de 2012

El formar una comunidad


Es curioso como la sociedad se ha visto cada vez más viciada en los deseos propios de cada individuo y ha olvidado su convivencia con el resto de las personas en el mundo. Es una enfermedad que ha contagiado a muchos y difícilmente logran reconocer en la posición donde se encuentran. Los ciudadanos de Puerto Rico no son la excepción.
Muchos puertorriqueños han sido ya consumidos por, valga la redundancia, el consumismo y por todo aquello que los medios han decidido que el pueblo va a pensar. Cada día, en las noticias de nuestro país, hay una mala noticia que contar. Sin embargo, no se razona en cómo cada ciudadano puede ser capaz de aportar algo que marque la diferencia. Como consecuencia, existe una gran probabilidad de que se encuentre el desánimo y no se reaccione ante lo que se vive diariamente. Algunas personas se han levantado de forma genuina para hacer el intento de un cambio en nuestro país pero este acto se ve opacado por los muchos que actúan desinteresada y egoístamente.
Es cierto que muchas personas han perdido el sentido de valor que tenían por su tierra, por su gente. No obstante, unos pocos han decidido provocar un bienestar en Puerto Rico. ¿Cómo sabemos si es esto cierto? Difícilmente. Muchos medios de comunicación se han ocupado de meter en la cabeza del ciudadano puertorriqueño el que nadie hace nada —igual otros han tratado de despertar al dormido. ¿Son pocos? Sí, lo son pero, aunque invisibles, están presentes. También es cierto que el país necesita más manos para trabajar con las carestías. Necesita gente que sea capaz de ensuciarse las manos y salir de lo cómodo. De, quizás, como les enseñe hace poco a los niños que educo, dar lo más que aprecian a aquellos que lo necesitan. Prestar de lo que tenemos sin esperar que lo devuelvan. Regalar aun el doble de aquello que nos piden. Dar mucho más que las sobras, mucho más de lo que nos limitamos a pensar en dar cuando vemos una falta. Ahora, ¿eres parte de estos?
No es debido generalizar cuando dicen que nadie hace nada pero, como diría Salvador de Tío: “hay algunas excepciones, pero no debo decirlo, porque como ocurre siempre, todo el mundo se creerá incluido en la excepción. ¡Y está bien de disparates!” (Salvador de Tió, “Amol se escribe con r”). Es menester que cada cual se esfuerce para dar su máximo y responda al llamado de servir que albergamos por vivir con más de uno. Si vivimos en conjunto, seamos una comunidad. Busquemos aportar nuestro grano de arena.

Escrito como reflexión después de leer: Deber ciudadano: te veo, estoy aquí