Desde joven intuyó que indagar en las dinámicas de la conducta humana la llevaría a ayudar a otros. Fue a través de la Procuraduría de la Mujer que Sharon K. Nicolau Ramos logró orientar a miles de jóvenes y adultos por medio de conferencias y otros medios que desarrolló, al percatarse que vivía en una sociedad demasiada viciada en sus costumbres.
A partir de este punto, Nicolau reconoció que desarrollar material educativo era como único podía trabajarse la problemática. Con ademán de preocupación, destacó como el comportamiento que se reflejan en las películas y en la información que los jóvenes tienen acceso está cargada de información “sexualizada”. La sexualidad, según Nicolau, ha sido proyectada de forma distorsionada y no es un tema atendido de forma correcta por nuestra cultura para orientar a los jóvenes.
Sin embargo, Nicolau decidió no dejarlo ahí. Para ella no sólo fue conocer lo que vivían los jóvenes, sino que buscó cómo especializarse; obtuvo una Certificación en Sexualidad Humana y se armó de conocimiento para poder combatir este mal que acecha el país. Como parte de la procuraduría trabajó con una propuesta para el Departamento de Educación cuyo currículo se dirigía a estudiantes de escuela elemental para enseñar sobre la prevención y la violencia de género, incluso en las comunidades y en las familias.
Nicolau favoreció firmemente la importancia de mover al puertorriqueño a una reeducación: “Es un bombardeo de información que se necesita para tratar de que la gente se concientice, de que esta es una problemática real, que no es un problema de las mujeres, es un problema de la sociedad, de la ciudadanía, donde todo el mundo tiene que aportar su granito de arena… la clave es un proceso educativo a todo nivel” dijo. Al mismo tiempo, recordó las campañas políticas que interrumpieron la propuesta y contaba cómo, a su vez, el cambio de administración provocó el que ignoraran el proyecto.
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