sábado, 29 de octubre de 2011

Reacción ante una censura en la cultura

Desde joven intuyó que indagar en las dinámicas de la conducta humana la llevaría a ayudar a otros. Fue a través de la Procuraduría de la Mujer que Sharon K. Nicolau Ramos logró orientar a miles de jóvenes y adultos por medio de conferencias y otros medios que desarrolló, al percatarse que vivía en una sociedad demasiada viciada en sus costumbres. 
Nicolau estudió psicología y consejería, herramientas de las que pudo “echar mano” al  trabajar con estudiantes en escuelas intermedias, cuyos sectores eran de altas incidencias criminales y violentas; y donde surgían varios interrogantes de la sexualidad humana.  Fue precisamente allí donde se percató de las necesidades que tenía el país con respecto a las temáticas de sexismo, machismo, prevención de violencia en el noviazgo, violencia en el trabajo, maltrato, entre otros muchos aspectos que identificó.  Un concepto preocupante para Nicolau ya que “en Puerto Rico, todavía, en pleno siglo veintiuno [el tema de la sexualidad] sigue siendo tabú y, lamentablemente, esa falta de información mantiene a la gente enajenada de la realidad… de lo importante que debería ser educarse sexualmente desde bien temprano para tratar de evitar las metidas de pata”.
A partir de este punto, Nicolau reconoció que desarrollar material educativo era como único podía trabajarse la problemática. Con ademán de preocupación, destacó como el comportamiento que se reflejan en las películas y en la información que los jóvenes tienen acceso está cargada de información “sexualizada”. La sexualidad, según Nicolau, ha sido proyectada de forma distorsionada y no es un tema atendido de forma correcta por nuestra cultura para orientar a los jóvenes.
                Sin embargo, Nicolau decidió no dejarlo ahí. Para ella no sólo fue conocer lo que vivían los jóvenes, sino que buscó cómo especializarse; obtuvo una Certificación en Sexualidad Humana y se armó de conocimiento para poder combatir este mal que acecha el país. Como parte de la procuraduría trabajó con una propuesta para el Departamento de Educación cuyo currículo se dirigía a estudiantes de escuela elemental para enseñar sobre la prevención y la violencia de género, incluso en las comunidades y en las familias.
Nicolau favoreció firmemente la importancia de mover al puertorriqueño a una reeducación: “Es un bombardeo de información que se necesita para tratar de que la gente se concientice, de que esta es una problemática real, que no es un problema de las mujeres, es un problema de la sociedad, de la ciudadanía, donde todo el mundo tiene que aportar su granito de arena… la clave es un proceso educativo a todo nivel” dijo. Al mismo tiempo, recordó las campañas políticas que interrumpieron la propuesta y contaba cómo, a su vez, el cambio de administración provocó el que ignoraran el proyecto.
Una de varias de las insatisfacciones que enfrentó durante su trabajo en la Oficina de la Procuradora de la Mujer fue que olvidaron los años de lucha para pasar de la Comisión para los Asuntos de la Mujer a ser reconocidos como Procuraduría. Señaló que fueron constituidos para “defender los derechos de las mujeres, hacer cumplir las leyes, evitar los atropellos… no es un escenario para simplemente dar orientaciones o hacer coordinaciones de servicio, eso no es una procuraduría”. Igualmente, no dudó en agradecer todo lo que aprendió y reconoció lo mucho que le debía a la agencia.
Claro, Nicolau ha pasado momentos difíciles a través de su vida. No obstante, el deseo inicial de ayudar a otros, que desde su juventud ha permanecido constante. Sólo ha crecido con las experiencias que ha obtenido. Esto la ha llevado a tener cierta empatía y a reconocer otras áreas que necesitan ser atendidas por la sociedad. Firmemente, alberga en su corazón un cambio para nuestro país y, además de ser profesora, continúa trabajando con propuestas para lograrlo.

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