Ángel Maldonado pasó muchos años de su juventud cuidando a su madre en el hospital. Las súplicas de ella, y el reconocer la necesidad que tenía de tenerle cerca, provocaron que permaneciera a su cuidado día y noche. Sin embargo hoy, los papeles han cambiado, Maldonado se encuentra en la posición de su madre, aunque sin familiares que estén a su lado. Esta es la situación que viven muchos en el Hogar de Ancianos del Municipio de Cayey.

Me preocupa el que los ancianos sean cada vez tratados como un pedazo de trapo sucio. Para quienes trabajan en el Hogar de Ancianos, es evidente que quienes son ingresados, al mismo tiempo son olvidados y abandonados. Es constante para ellos la historia de que uno de sus participantes esta grave o enfermo y al tratar de comunicarse con sus familiares nunca aparecen, o siempre tienen una excusa, y terminan voluntarios amaneciéndose en el hospital con ellos para que puedan tener compañía. No obstante, cuando vemos un anciano se debe entender que son personas y que al compartir con ellos se humaniza cada vez más nuestra forma de pensar. Se obtienen nuevos amigos que hacen reír por montón. Quizás no se obtiene ninguna ganancia monetaria pero debemos reconocer que el dinero no es lo único que tiene valor.
Hace poco leí una noticia de Jorge Duany titulada “Una sociedad envejeciente” donde postulaba que “prevalece la falta de atención a las necesidades y preocupaciones particulares de la población envejeciente”. Donde las estadísticas del último censo determinaban que los puertorriqueños estaban envejeciendo rápidamente y al mismo tiempo disminuyen sus ayudas. Si es así, es tiempo de considerar el cómo se tratan los ancianos y estar dispuestos a sacar de nuestro tiempo y/o, de alguna forma, buscar beneficios para ellos.
El otro día leí q para el 2050 (en 39 años) un 40% por ciento de la población puertorriqueña será envejeciente (mas del doble de lo que es ahora). Al paso que vamos es preocupante lo solos que estaremos..
ResponderEliminar-José Elías